Antinomias de la razón pura: cuando la razón se contradice a sí misma

En la segunda parte de la Dialéctica trascendental, Kant presenta las antinomias de la razón pura como conflictos inevitables en los que cae la razón cuando intenta extenderse más allá de toda experiencia posible.

“La razón cae inevitablemente en contradicción consigo misma si se le permite especular sin límites.”
 📘 Crítica de la razón pura, A407/B434

Estas antinomias son el resultado de aplicar la forma lógica del pensamiento discursivo (tesis y antítesis) a objetos que no pueden ser dados en la experiencia, como el cosmos total o la libertad absoluta.

¿Qué son exactamente las antinomias?

Una antinomia es una pareja de afirmaciones opuestas (tesis/antítesis), ambas aparentemente demostrables por la razón.

Kant presenta cuatro antinomias cosmológicas, todas relacionadas con el intento de pensar lo incondicionado:
 
Las Cuatro Antinomias

1. Antinomia de la cantidad (el mundo en el espacio y tiempo)

  • Tesis: El mundo tiene un comienzo en el tiempo y está limitado en el espacio.

  • Antítesis: El mundo no tiene comienzo ni límite: es infinito en el tiempo y el espacio.

2. Antinomia de la división (composición)

  • Tesis: Toda substancia compuesta está compuesta de partes simples.

  • Antítesis: No existe nada simple: todo es divisible sin fin.

3. Antinomia de la causalidad

  • Tesis: Debe haber una causa libre, no determinada por la naturaleza.

  • Antítesis: Todo ocurre según leyes necesarias: no hay libertad.

4. Antinomia de la necesidad

  • Tesis: Existe un ser absolutamente necesario (Dios).

  • Antítesis: No existe ningún ser necesario: todo es contingente.

¿Qué quiere mostrar Kant?

Que la razón, cuando no se autolimita a lo fenoménico (a lo que puede ser dado en la experiencia), cae en contradicciones inevitables.
La solución no es elegir un lado, sino reconocer que ambas afirmaciones se salen de los límites de la razón teórica.

Las antinomias muestran que el pensamiento no puede llegar al incondicionado por medios discursivos.
Pero también revelan que la razón exige lo absoluto, aunque no pueda conocerlo: ahí se abre la puerta a la razón práctica y la fe racional.

Kant no destruye la metafísica: la purifica.
 Y con ella, le da un lugar legítimo a la libertad, Dios y el alma, no como objetos del saber, sino como postulados de la razón práctica.