En esta época la Iglesia se tuvo que defender contra dos frentes:
1. Contra los ataques externos, provenientes de la filosofía pagana y de los emperadores romanos. Aquí tenemos a los padres apologistas.
2. Contra los ataques internos, provenientes de un movimiento llamado gnosticismo, que ponía a la redención de Cristo en el plano de un conocimiento místico, asequible a través de la razón y no de la fe, disminuyendo la obra redentora de Cristo y la labor de la Iglesia. Aquí tenemos a los padres antignosticos.
Apologistas
Empezaremos con Justino (165+), también conocido como Justino Mártir. Él era oriundo de una familia griega de Palestina. Estudió todas las escuelas de la época, pero siguió insatisfecho existencialmente, hasta que conoció el cristianismo, en donde encontró la filosofía que lo dejó satisfecho.
Justino Mártir (165+)
Una vez enamorado de esta doctrina, la defendió a capa y espada, pues él la declaraba como la única filosofía segura. Bajo el título de filósofo recorrió diversas tierras, hasta que fundó en Roma su propia escuela.
Justino tenía cierta influencia de los estoicos, quienes enseñaban que todo el mundo se había desarrollado a partir del logos, el cual estaba a su vez dividido en muchos logoi parciales. Al logos principal lo identificaba Justino con Cristo, y a los logoi parciales con los profetas y los filósofos.
Los profetas habían preparado al pueblo judío para Cristo, mientras que los filósofos prepararon a los otros pueblos para el mismo Cristo. Toda la sabiduría del mundo procede del contacto con el logos, que es Cristo. Así llega Justino a la conclusión:
"Todo lo que se ha dicho de verdadero, por quienquiera se haya dicho, nos pertenece a los cristianos".
La importancia de Justino en la historia universal radica en que, en una hora decisiva, creó para la filosofía griega, en el cristianismo, un hogar que conservaría por todos los siglos.
Justino murió martirizado en Roma entre los años 165 y 166. Fue decapitado por orden del prefecto romano Rústico, después de que se negara a sacrificar a los dioses romanos y renegar de la fe en Cristo. Su muerte fue un testimonio de su fe cristiana.
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