Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito

Sección 4. El pensamiento de Heráclito, El Oscuro

Vida de Heráclito


La vida de Heráclito es fuertemente legendaria. Sería de alcurnia real, pero renunció en su hermano menor a la dignidad regia, que la democracia había reducido a nada, y se retiró del ruido de la plaza al silencio de la naturaleza, en que se revelan mejor las grandes verdades. Fue, sin género de duda, una fuerte personalidad y un pensador intuitivo. ​

Las frases de su obra Sobre la naturaleza suenan audaces, bien pensadas, se destacan como cinceladas en piedra. Depositó su libro en el templo de Artémide, por el que era célebre la ciudad de Éfeso. Heráclito era enemigo de la democracia, no quería que la plebe lo entendiera, y por eso escribió en estilo tan difícil que recibió el sobrenombre de El Oscuro (σκοτεινὸς = skoteinós).

 

Nacer y perecer. Todo fluye


Los milesios acentuaban aún fuertemente lo permanente en el mundo; pero Heráclito dirige de tal forma su atención a lo variable, que todo lo ve en perenne fluir. ​Las cosas pasan continuamente unas a otras: el día a noche, la juventud a vejez, la hartura a hambre, el nacimiento a muerte. Hasta los dioses se hacen hombres y los hombres dioses. ​No es posible bañarse dos veces en el mismo río, pues entre tanto ha cambiado el agua. ​Todo lo permanente es apariencia que surge de que, transitoriamente, se equilibran fuerzas contrarias. Nuestro organismo sólo se conserva mientras se le agrega tanto nuevo cuanto viejo va muriendo.

 

La guerra es padre de todas las cosas


Ahora bien si las cosas en apariencia permanentes se producen porque fuerzas contrarias equilibran transitoriamente la balanza, siguese que la lucha de estas fuerzas entre sí es la que engendra las cosas. ​ No se debe, pues, maldecir la guerra, pues la paz sería el aniquilamiento.​ El hombre y la mujer engendran nueva vida, las consonantes y vocales forman el lenguaje, los tonos altos y bajos constituyen la armonía.​ Si han de nacer las cosas, es necesario sacudir constantemente la mezcla de los contrarios.

 

El fuego es el principio de todas las cosas


La materia de que nacen todas las cosas y a la que retornan de nuevo es el fuego, que, con su subir y bajar, su inquietud, su llamear y extinguirse, es el que mejor corresponde al cambio eterno. ​Heraclito ve aún en el fuego una materia. Ningún Dios ni ningún hombre ha hecho este mundo, sino que fue siempre, es y será un fuego eterno vivo.

Del fuego se hace el agua; de ella salen, por el calor, el vapor y la tierra seca. El sol y la luna son copas huecas vueltas a la tierra, en que el vapor se enciende en fuego, para apagarse luego por la humedad.​ Así surgen el día y la noche. En el ciclo de diez mil años se enciende o abrasa el mundo, para renovarse luego en un nuevo año cósmico.

 

El λὸγος. El orden cósmico


Mas, detrás de la confusión del nacer y perecer está el logos, que se da en la piedra y en el rayo, en el nacimiento y en la muerte, en el instinto de los animales y en el alma del hombre. ​El logos es la ley universal, a la que han de obedecer el sol y la luna y todas las cosas del mundo. ​El logos es la divinidad, a la que se concibe, sin embargo, impersonalmente. Dios es día y noche, verano e invierno, guerra y paz, hartura y hambre, y se transforma como el fuego. ​La misión del sabio es ver siempre el imperio del logos tras el acontecer cósmico fugitivo y, aparentemente, tan insignificante.​ El vulgo, desde luego, no atiende a ello, para él es el mundo un montón de basura agitado sin sentido.

 

El alma del hombre


Como el acontecer universal radica en el fuego, así todo obrar del hombre radica en su alma, que es también fuego, una partícula del fuego universal.​ Por su unión con el cuerpo, es el alma inmergida en el agua y en la tierra, y tiene que servir a las dos. Pero, en el sabio, vencerá el fuego; a su muerte, el sabio se levanta a ser guardián de vivos y muertos. ​

En el necio, vence el agua, que, a la muerte, disuelve y aniquila al alma. Heraclito es el primer filósofo que trata de estudiar científicamente al hombre mismo. Llegó ya a una alta concepción de la dignidad del alma.​ No puedes hallar barreras al alma por más que recorras todos los caminos: tal es de profunda su naturaleza.

 

La ley moral


El logos es no sólo ley del mundo y del pensamiento, sino también de las costumbres. Comoquiera que no es posible cumplir la ley si no se la conoce, la virtud suprema es la inteligencia (o prudencia). ​

La inteligencia se oscurece por la sensualidad. El sensual se asemeja a un borracho, cuya alma es húmeda. Pero el alma del sabio es seca, en ella arde aún el fuego, y por eso desprecia la sensualidad. ​La inteligencia se turba también por la soberbia, que Heraclito condena con singular viveza. ​

Mas el logos no gobierna y rige solamente al individuo, sino también a la comunidad del Estado. De ahí es que todas las leyes del Estado reciben su fuerza obligatoria del logos.

 

Importancia de Heráclito


De entre los filósofos hasta aquí tratados, Heráclito ha sido el de más profundo y duradero influjo. Los mismos cristianos leyeron posteriormente sus explicaciones sobre la transitoriedad del mundo, a par de sus propios libros sagrados.​

La explicación del ser como un hacerse o devenir continuo celebró en Hegel su resurrección. Por Hegel pasó este pensar dialéctico al marxismo y al materialismo dialéctico.​

Al igual que Hölderlin, también Goethe rindió su tributo a esta filosofía en Sufrimientos del joven Werther y hasta en Fausto.​ Nietzsche confiesa: «No hay en Heraclito una sola frase que no haya yo incorporado a mi filosofía.» ​

No menos vive de Heráclito toda la filosofía vitalista, como Bergson y el existencialismo. Si Heráclito necesitara de un propagandista moderno, lo tendría en la física moderna, que disuelve de nuevo todo lo constante en quanta de acción y en ondas electromagnéticas.

Introducción a la Filosofía

Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito

Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía

Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas

Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad

Módulo 5. Platón

Módulo 6. Aristóteles

Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano