Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito

Sección 3. Los jónicos: los primeros filósofos de la naturaleza

El lugar de nacimiento de la filosofía griega fue la costa del Asia Menor, y los primeros filósofos fueron jónicos. Mientras la misma Grecia se hallaba en un estado de caos y de relativa barbarie, a consecuencia de las invasiones dorias del siglo XI a.C., Jonia conservó el espíritu de la civilización anterior. En esta sección estudiaremos a tres filósofos de esta región: Tales de Mileto, Anaximandro y Anaxímenes.

 

Tales de Mileto


Tales es el pensador con el cual la tradición hace iniciar la filosofía griega. Vivió en Mileto, en Jonia, probablemente en los últimos decenios del s. VII y en la primera mitad del s. VI a.C. Además de filósofo fue un científico y un político. Al parecer no escribió ningún libro, de modo que su pensamiento lo conocemos a través de la tradición oral indirecta.

Tales fue el iniciador de la filosofía de la φὺσις (phýsis = naturaleza), en cuanto que fue el primero en afirmar que existía un principio original único, causa de todas las cosas que existen y sostuvo que tal principio es el agua.

Actualmente podría sonar una afirmación un tanto burda, pero tiene una relevancia sorprendente, a tal grado que se podría considerar como la primera proposición filosófica de la que suele llamarse civilización occidental.

El término ἀρχὴ (arché = principio) no es un término de Tales —es probable que su discípulo Anaximandro lo introdujera—, pero es él el que indica, mejor que cualquier otro el concepto de aquel qué del que proceden todas las cosas. Como lo resalta Aristóteles en su exposición del pensamiento de Tales y de los primeros físicos, principio es aquello de lo que proceden originariamente y en el que se resuelven, por último, todos los seres, es una realidad que permanece idéntica en el cambio de sus afecciones, es decir, una realidad que continúa existiendo sin cambio incluso a través del proceso generativo de todas las cosas.

El ἀρχὴ es:

 

a. La fuente y el origen de todas las cosas.
b. El término último de todas las cosas.
c. El sostén permanente que rige todas las cosas —la sustancia, se dirá posteriormente—.

 

Con estos tres puntos, hay que decir, pues, que el principio puede ser definido como aquello de lo cual vienen y aquello a lo cual van a terminar, es decir, aquello por lo cual existen y subsisten todas las cosas.

Queda aún por aclarar el sentido de la identificación del principio con el agua y sus implicaciones. La tradición indirecta dice que Tales asumió esta convicción de la constatación de que el alimento de todas las cosas es húmedo y que las semillas y los gérmenes de todas las cosas tienen naturaleza húmeda y por lo mismo su total secamiento es la muerte. Puesto que la vida está unida a lo húmedo y lo húmedo presupone el agua, el agua es el origen último de la vida y de todas las cosas. ​

Todo procede del agua, todo sostiene la propia vida con el agua, todo termina en el agua. Por tanto, Tales basa sus aserciones sobre el puro razonamiento, sobre el lógos; presenta una forma de conocimiento motivada con precisas argumentaciones racionales.

Pero no debe pensarse que el agua de Tales sea el agua que bebemos: el agua de Tales es considerada de manera totalizante, es decir, como la naturaleza líquida original del que todo deriva y de la cual el agua que bebemos es sólo una de sus tantas manifestaciones. Tales es un naturista en el sentido antiguo del término y no un materialista en el sentido moderno y contemporáneo. ​

En efecto, su agua coincidía con lo divino. De este modo, se introduce una nueva concepción de dios: es una concepción en la que predomina la razón y está destinada, como tal , a eliminar muy pronto todos los dioses del politeísmo fantástico-poético de los griegos.

Con Tales el lógos se encaminó con seguridad por el camino de la conquista de la realidad en su totalidad, inaugurando el problema del principio de todas las cosas.

 

Anaximandro de Mileto (610-546 a.C.)


Otro filósofo milesio fue Anaximandro. Parece que era más joven que Tales, pues Teofrasto lo describe como un “discípulo y compañero” de Tales. Igual que él, Anaximandro se ocupó en cuestiones ciencias prácticas, y se le atribuye la construcción de un mapa –probablemente para uso de los milesios que navegaban por el mar Negro. Participó en la vida política, lo mismo que tantos otros filósofos griegos, y condujo una expedición colonizadora a Apolonia.

Anaximandro compuso una obra en prosa sobre sus teorías filosóficas. Esta obra se conservaba todavía en tiempos de Teofrasto, a quien debemos valiosas informaciones acerca del pensamiento de Anaximandro. Buscó Anaximandro, como Tales, el elemento primordial y básico de todas las cosas; pero decidió que ese elemento no podía ser ninguna clase particular de materia, tal como el agua, puesto que el agua, o lo húmedo, era en sí mismo uno de los contrarios cuyos conflictos y recíprocas invasiones había que explicar.

Si el cambio, el nacimiento y la muerte, el crecimiento y la decrepitud, se deben a un conflicto, al auge de un elemento a expensas de otro, entonces —si se supone que todo es en realidad, en el fondo, agua— resulta difícil entender por qué los demás elementos no han sido disueltos desde hace ya mucho tiempo por el agua. Anaximandro llegó, pues, a concebir que el elemento primero era indeterminado.

Este elemento primigenio (ἀρχή) fue llamado por Anaximandro —y, según Teofrasto él fue el primero en darle tal nombre— la causa material. “No es ni el agua ni ningún otro de los llamados elementos, sino una naturaleza diferente de ellos e infinita, de la cual proceden todos los cielos y los mundos en éstos encerrados”. Es τό ἄπειρον, la sustancia sin límites, lo indeterminado. “Eterna y sin edad”, “abarca todos los mundos” (Frags. 1-3).

Anaximandro muestra ya en su búsqueda de la materia primera una sorprendente fuerza de abstracción. Él intuye que las cosas de este mundo no pueden explicarse por una materia existente y admite en su lugar una materia que es anterior a todas las cosas que se nos aparecen. Anaximandro la llama lo “indefinido” que debe cumplir cuatro condiciones:

 

  1. Cualitativamente: no es ni agua ni tierra, sino totalmente indeterminado.
  2. Cuantitativamente: es indefinido, pues solo así es posible un desenvolvimiento indefinido.
  3. Temporalmente: es también infinito o indefinido y, por ende, increado, sin vejez posible e inmortal.
  4. Religiosamente: lo divino.

 

De acuerdo con Anaximandro, hay una pluralidad de innumerables mundos coexistentes. Cada uno de ellos es perecedero, pero parece ser que hay un número ilimitado de ellos que existen simultáneamente, viniendo los mundos a la existencia en virtud de un movimiento eterno.

Además, la vida salió del mar, y las formas actuales de los seres vivientes son el resultado de su progresiva adaptación al medio ambiente. Anaximandro hace una audaz y aguda conjetura sobre el origen del hombre: [...] en el principio nació el hombre de animales de otra especie, pues mientras los demás animales encuentran muy pronto de qué alimentarse, solamente el hombre necesita un largo período de lactancia, por lo que, si originariamente hubiese sido como es ahora, nunca habría podido sobrevivir (Pseudo-Plutarco, Stromateis, fr. 2).

 

Anaxímenes (585-525 a.C.)


Anaxímenes nació en Mileto en el siglo VI a.C., fue discípulo de Anaximandro y dejó un escrito en sobria prosa del cual nos han llegado tres fragmentos, el Sobre la naturaleza.

Anaxímenes piensa que este principio debe ser infinito, solo que él lo concibe como aire infinito, una sustancia aérea ilimitada. Escribe: Exactamente como nuestra propia alma (es decir, el principio que da la vida), que es aire, nos sostiene y gobierna, así el soplo y el aire abarcan el cosmos entero. ​

Queda por esclarecer por qué razón. Anaxímenes escogió el aire como principio. Es evidente que él sentía la necesidad de introducir una realidad original que permitiera sacar de ella todas las cosas, de modo más lógico y más racional de cuanto lo había hecho Anaximandro. ​

En efecto, por su naturaleza extremamente móvil, ella se presta bien (bastante más que el infinito de Anaximandro), para ser concebida como en perenne movimiento. Además, mejor que cualquier otro elemento, el aire se presta para las variaciones y transformaciones necesarias para hacer nacer las diversas cosas. ​ Al condensarse, se enfría y se vuelve agua y luego tierra; afiojándose (es decir, rarefaciéndose) y dilatándose se calienta y se hace fuego.​

La variación de las tensiones de la realidad original da, pues, origen a todas las cosas. En cierto sentido, Anaxímenes representa la expresión más lógica y rigurosa de la Escuela de Mileto porque con el proceso de condensación y rarefacción introduce la causa dinámica de la que no habló Tales y que Anaximandro había determinado pero inspirándose en concepciones órficas. ​

Anaxímenes proporciona, pues, una causa en perfecta armonía con el "principio“ Se entiende, pues, por qué los sucesivos pensadores se refieran a Anaxímenes como la expresión paradigmática y el modelo del pensador jónico.

Introducción a la Filosofía

Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito

Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía

Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas

Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad

Módulo 5. Platón

Módulo 6. Aristóteles

Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano