Módulo 5. Platón
Sección 4. Ética, política y arte en Platón
El Sumo Bien
La ética de Platón es eudemonista, en el sentido de que está enfocada al logro del supremo bien del hombre, en la posesión del cual consiste la felicidad verdadera.
El bien supremo del hombre se puede decir que es el desarrollo auténtico de su personalidad como ser racional y moral, el recto cultivo de su alma, el bienestar general y armonioso de su vida. Cuando el hombre se halla en el estado en que debe hallarse, entonces el hombre es feliz.
El secreto de la mezcla que constituye la vida buena es, pues, la medida o la proporción: donde ésta es descuidada no se da verdadera mezcla, sino puro revoltijo.
El bien es, por tanto, una forma de lo bello, forma que se constituye mediante medida y proporción.
El summum bonum del hombre, la felicidad, incluye, por descontado, el conocimiento de Dios, y aunque se tome el Timeo a la letra y se suponga, por lo mismo, que Dios está separado de las Ideas y que las contempla, la propia contemplación de las Ideas, contemplación que es un elemento integrante de su felicidad, le haría al hombre semejante a Dios. Aparte que ningún hombre podría ser feliz sin reconocer la operación divina en el mundo. Por tanto, Platón puede decir que la felicidad divina es el modelo de la felicidad humana.
Ahora bien, ¿cómo alcanzar esta felicidad? Mediante la práctica de la virtud, que equivale a hacerse tan semejante a Dios como al hombre le sea posible. Debemos llegar a ser “tan parecidos a Dios como podamos, y esto es también hacernos justos con ayuda de la sabiduría” (Teeteto).
Ética
En general, puede decirse que Platón aceptó la identificación socrática de la virtud con el conocimiento. Si el cuerpo no es más que la cárcel del alma, nuestro esfuerzo moral ha de tender a liberarnos de los apetitos sensibles.
El camino para nuestra elevación moral es el conocimiento de las ideas eternas. Aquí debe perfeccionarse cada parte del alma según su naturaleza.
A la razón conviene la prudencia, a la parte irascible la fortaleza, a la concupiscencia la templanza. Pero estas virtudes fundamentales del alma solo pueden subsistir armónicamente si están ordenadas por la justicia.
Así conoció ya Platón las cuatro virtudes cardinales.
Como solo los filósofos son capaces de elevarse a un conocimiento perfecto, solo ellos tienen esperanza de escapar, en su muerte, al ciclo infeliz de la constante reencarnación y de retornar, redimidos, a la patria de las ideas eternas. Los restantes escogen por sí mismos su destino. Los cobardes tendrán que entrar en una nueva vida terrena como mujeres, los bandidos como leones, los avaros como cuervos, los cómicos como monos. Todo depende, pues, de en qué disposición de alma se halla uno en la hora de la muerte. Por eso, el sentido entero de la filosofía radica en prepararse para una buena muerte. Filosofar es aprender a morir. Por razón de esta orientación religiosa fue llamado Platón *el primer teólogo”.
El Estado
Otro núcleo de la filosofía platónica es su teoría del Estado que, en su ardiente pasión política, escribió con sangre del corazón.
A. Las tres clases sociales
Como el alma humana se compone de tres partes, así el Estado, como “hombre mayor”, de tres estamentos:
El estamento docente consta de filósofos, únicos que son capaces de conocer el bien común y la tarea moral del Estado. Por eso son los únicos llamados a mandar. Su virtud es la prudencia.
El estamento de defensa consta de los guerreros, que se añaden a la dirección del Estado como “guardianes”. Su virtud es la fortaleza.
El estamento de la nutrición consta de labradores, artesanos y obreros que tienen por función producir los bienes materiales. Su virtud es la templanza. Pero los tres estamentos o clases solo convivirán pacíficamente, dentro de la diversidad de sus intereses, si en el Estado reina la justicia.
B. Constituciones del Estado
La constitución ideal es aquella monarquía en que el más sabio manda sin leyes y dispone siempre con la movilidad y adaptación que en cada momento pide el bien común. El Estado ha de ser pequeño, y el número de familias no ha de rebasar de unas 5000.
Si falla la prudencia del sabio, se levantarán los guerreros, pondrán sus propios bienes: “honor”, “poder” y “dignidad”, por encima de la sabiduría y erigirán una timoncracia.
El dinero pondrá luego el poder en manos de un puñado de ricachones, y vendrá la plutocracia. Si todos desean el mismo derecho y disfrute, sigue una democracia.
Si alguien promete al pueblo mayores ventajas aún, un partido lo pondrá a su cabeza y él alzará una tiranía; si esta se elimina por la fuerza, viene la anarquía.
C. Educación política
Para evitar esta decadencia, el Estado educará cuidadosamente la juventud de los dos estamentos superiores. Por medio de la gimnasia, de la música y la poesía, la juventud se hace capaz de recibir una formación a fondo en la filosofía.
Se seleccionan los mejores alumnos y, entre los 20-30 años, se les forma aún más despacio en la filosofía. Sólo entonces pueden desempeñar altos cargos del Estado.
A los 50 años se retiran de la actuación pública, para representar ahora en la madurez de su experiencia aquellas ideas por las que debe ser regido el Estado. “Porque no acabarán los males de los pueblos hasta que los filósofos sean reyes y los reyes filósofos”.
A fin de que estén libres para sus funciones, se prohíbe a las dos clases superiores el matrimonio y la propiedad privada. Para ellos se da comunidad de mujeres y de bienes. Por el frecuente comercio sexual entre hombre y mujeres superiores, debe criarse rápidamente una capa superior de dirigentes.
Los niños físicamente deformados o psíquicamente anormales deben matarse lo mismo que los criminales incorregibles. Aquí están ya los estímulos o antecedentes de las posteriores utopías.
Arte
¿Cuál fue la teoría de Platón sobre la Belleza? Es incuestionable que veía la belleza como algo objetivamente real. Tanto en el Hipias Mayor como en el Banquete se da por averiguado que todas las cosas bellas lo son en virtud de su participación en la Belleza universal, en la Belleza misma.
Una consecuencia de esta doctrina es la de que se dan grados de belleza. Porque, si hay una Belleza real, subsistente, entonces las cosas bellas se aproximarán más o menos a esta norma objetiva. Así, en el Hipias Mayor, se introduce la noción de relatividad: el simio más hermoso será feo en comparación con un hombre bello, y una vasija bonita será fea si se la compara con una mujer hermosa, así como esta última será, a su vez, fea si se le compara con un dios.
Se sigue también que esta Belleza suma, como absoluta y fuente de toda belleza participada, no puede ser una cosa bella, no puede ser material. Por tanto, si la verdadera Belleza es suprasensible, ya se entiende que las obras bellas del arte o de la literatura ocuparán necesariamente un grado comparativamente bajo en la escala de lo bello, puesto que son materiales, mientras que la Belleza misma es inmaterial: las cosas bellas son objeto de los sentidos, mientras que la Belleza absoluta es objeto de la inteligencia.
El arte, en su aspecto metafísico o esencial, es imitación. La Idea es ejemplar, arquetípica; el objeto natural es ya un ejemplo de imitación. Ahora bien, la pintura que representa a un hombre, por ejemplo, es la copia o imitación de un hombre natural, concreto. Por consiguiente, esa pintura es la imitación de una imitación.
Pero la verdad hay que buscarla, propiamente, en la Idea: la obra del artista está, pues, dos grados alejada de la verdad. De ahí que Platón, a quien por encima de todo le interesaba la verdad, se viese obligado a menospreciar el arte, por mucho que sintiera las bellezas y los atractivos de las estatuas, pinturas o la literatura. Esta opinión despreciativa del arte sale a relucir con todo su vigor en la República, donde Platón la aplica al pintor, al poeta trágico, etc.
Nota sobre la influencia de Platón
El ejemplo de Platón es por sí mismo influyente: consagró toda su vida al culto de la Verdad, a la búsqueda de la Verdad inmutable, eterna y absoluta, en la que creyó siempre y con constancia, presto a dirigirse, como Sócrates, a dondequiera condujese la razón. Este espíritu se lo procuró inculcar a la Academia, creando así una corporación de hombres que, bajo el ascendiente de un gran maestro, se dedicarían a la prosecución de la Verdad y del Bien.
Lo que era la influencia personal de Platón puede verse por la impresión que produjo en su gran discípulo Aristóteles. Aristóteles se fue separando gradualmente de algunas de las posiciones platónicas que al principio había defendido; pero, pese a su creciente interés por la ciencia empírica, nunca abandonó la metafísica no su convicción de que la vida recta culmina en la sabiduría.
A través de los neoplatónicos hizo sentir su influjo el platonismo en San Agustín y en la fase de formación del pensamiento medieval. Con el Renacimiento, la Académica platónica de Florencia trató de renovar la tradición platónica, mientras que la influencia de la República platónica puede verse en la Utopía de Santo Tomás Moro y en la Ciudad del Sol de Campanella.
Por lo que respecta a los tiempos modernos, la influencia de Platón quizá no sea, a primera vista, tan manifiesta como en la Antigüedad y en la Edad Media, pero, de hecho, él es el padre, o el abuelo, de toda la filosofía espiritualista y de todo el idealismo objetivo, y su epistemología, su metafísica, su sistema ético-político han ejercido hondo influjo. Pensemos en la influencia que tuvo en Alfred Whitehead o Nicolai Hartmann.
Platón, que se pone a la cabeza de la filosofía europea, no dejó un sistema acabado. Pero aunque no haya dejado un sistema completo, sí que nos ha dejado el ejemplo de una manera de filosofar y el ejemplo de una vida consagrada a la prosecución de la Verdad y el Bien.
Introducción a la Filosofía
Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito
- Sección 1. Ramas de la filosofía
- Sección 2. Comienzo de la filosofía griega y el paso del mito al λὸγος
- Sección 3. Los jónicos: los primeros filósofos de la naturaleza
- Sección 4. El pensamiento de Heráclito, El Oscuro
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Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía
- Sección 1. Los pitagóricos: el número como principio
- Sección 2. Cosmología y antropología de los pitagóricos
- Sección 3. El descubrimiento del Ser: Jenófanes y Parménides
- Sección 4. Zenón, el dialéctico y Meliso y la sistematización del eleatismo.
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Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas
- Sección 1. Empédocles y Anaxágoras: los cuatro elementos y el nous
- Sección 2. Leucipo y Demócrito: los atomistas
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Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad
- Sección 1. Los sofistas como maestros itinerantes
- Sección 2. Relativismo y nihilismo: Protágoras, Gorgias y otros sofistas
- Sección 3. Sócrates: vida y la noción del concepto universal
- Sección 4. Razonamientos inductivos, la mayéutica y el intelectualismo ético
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Módulo 5. Platón
- Sección 1. Vida y obras de Platón
- Sección 2. Epistemología y las ideas en Platón
- Sección 3. Dios, mundo y la concepción platónica del hombre
- Sección 4. Ética, política y arte en Platón
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Módulo 6. Aristóteles
- Sección 1. Vida y obras de Aristóteles
- Sección 2. Lógica aristotélica
- Sección 3. Metafísica aristotélica
- Sección 4. Psicología, ética y política
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Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano