Módulo 6. Aristóteles
Sección 4. Psicología, ética y política
El alma
En la doctrina sobre el alma es donde se ve con más claridad la evolución espiritual de Aristóteles. En su primer período enseña aún, en sentido totalmente platónico, un alma eterna que habita transitoriamente en el cuerpo. En el segundo período habla ya de una interacción de alma y cuerpo, en que, sin embargo, el alma no ha perdido aún su independencia. En el tercer período, el alma es de todo punto la primera entelequia del cuerpo, “el acto de un cuerpo físico y orgánico que posee la potencia de tener vida”. Cuerpo y alma son ahora una substancia única, exactamente como la cosa particular que consta de materia y forma.
Aristóteles distingue una triple alma:
El alma vegetativa, por la que el ser se nutre, crece y se propaga. Es propia de las plantas.
El alma sensitiva, que posee además la percepción, el instinto y el movimiento. Esta alma recibe los conocimientos de los cinco sentidos, los reúne en el sensorio común interno, cuya sede es el corazón, guarda los conocimientos como representaciones (o imágenes) y las recoge en la memoria. Pero estas prestaciones no van más allá de las que realiza un animal. Esta alma es la entelequia del cuerpo humano. Se transmite por el padre a los hijos en la generación; nace, pues, con el cuerpo y con este perecerá también en la muerte.
Mas el hombre sobrepasa a los animales por su alma espiritual o intelectiva. Esta no procede de lo sensible, sino que es de origen divino. Entra de fuera en el cuerpo animado, y por eso tampoco muere con el cuerpo, sino que existirá después de él, como ya existió antes de él. Se percibe aquí la cercanía de Platón. Ahora bien, esta separación entre sensibilidad y espíritu obliga a Aristóteles a suponer un doble entendimiento: agente y pasivo.
Entendimiento pasivo
Es el alma sensitiva, en cuanto es como un recipiente de las representaciones que hemos recogido por nuestras experiencias. Como la idea está realizada en la cosa particular, así está también contenida aún en la representación o imaginación.
Entendimiento agente
Es justamente aquella facultad activa y creadora de nuestro espíritu que abstrae de las imágenes la esencia ideal o concepto. De ahí se sigue que el entendimiento agente es inmortal, mientras el pasivo perece en su día con el cuerpo.
Alejandro de Afrodisia y Averroes entendieron a Aristóteles en el sentido de que solo hay un entendimiento agente, que realiza esta abstracción en todos los hombres. En tal caso no puede ya hablarse de una inmortalidad individual. Pero Santo Tomás de Aquino cree, con Aristóteles, poder atribuir a cada hombre un entendimiento agente propio, pues cada hombre piensa algo distinto.
Ética
Todos los hombres aspiran a la felicidad. Esta es el sumo bien y el fin de nuestra vida. Sin embargo, no obstante la unidad de fin, hay tres formas de vida: vida de placer, de ciencia y de virtud:
Vida de placer: El vulgo escoge el camino del placer, que no conduce a la felicidad. Nuestro fin no puede consistir en el placer, pues es también accesible al animal. Tampoco en el honor, que no es en sí mismo virtud, sino signo de ella. Tampoco en las riquezas, que solo son medio para la felicidad.
Vida de ciencia o conocimiento: Todo ser logra su dicha por el desenvolvimiento de su propia naturaleza. Siendo la naturaleza del hombre racional, la recta razón es norma moral: lo que es conforme a la razón es bueno; lo que repugna a la razón, malo. Ahora bien, de la razón procede no solo el pensar lógico, sino también el obrar razonable. Hay consiguientemente dos especies de virtudes: virtudes intelectuales y virtudes morales.
Las virtudes intelectuales consisten en el estudio de la verdad, en la ciencia y en la aspiración a la sabiduría. En ellas se actualiza el espíritu, por el que el hombre es semejante a Dios. Por eso estas virtudes son superiores a las morales, como la vida contemplativa es superior a la activa. Un hombre que vive enteramente para su intelecto es el más feliz. Es el que más se aproxima a Dios, el cual por su saber perfectísimo, es infinitamente feliz.Vida de virtud: La virtud consiste en el dominio de la razón sobre las emociones y pasiones. Ahora bien, solo podemos regular nuestras acciones si somos libres. El hecho de la libertad de nuestra voluntad nos es atestiguado por la conciencia. Nuestras acciones se dirigen según decisiones antecedentes (propósito). Somos autores de nuestras obras y, por consiguiente, responsables de las mismas. Nadie es por naturaleza bueno o malo, sino que se hace por obras y por la costumbre. De ahí la importancia de la educación y de la ley.
La virtud moral
La virtud moral se adquiere mediante la repetición de una serie de actos sucesivos, esto es, mediante el hábito: “Adquirimos las virtudes gracias a una actividad anterior, como sucede también en las otras artes. Las cosas que hay que haber aprendido antes de hacerlas, las aprendemos haciéndolas. Por ejemplo, se llega a ser constructor construyendo, y tañedor de lira tañiéndola. Del mismo modo, llevando a cabo acciones justas nos convertimos en justos, realizando acciones templadas, somos templados, y haciendo acciones valerosas, nos transformamos en valientes”.
Puesto que son numerosos los impulsos y las tendencias que debe moderar la razón, también son muchas las virtudes éticas, pero todas tienen en común una característica esencial. Los impulsos, las pasiones y los sentimientos tienden al exceso o al defecto (demasiado o demasiado poco). Al intervenir la razón, debe indicar cuál es la justa medida, que la vía media entre dos excesos. El valor, por ejemplo, es una vía media entre la temeridad y la cobardía, la parquedad, entre el derroche y la avaricia.
Aristóteles sostiene con mucha claridad: la virtud que se refiere a pasiones y acciones, en las que el exceso y el defecto constituyen errores y son reprobados, mientras que el punto medio es alabado y constituye la rectitud: estas dos cosas son propias de la virtud. La virtud es una especie de intermedio, ya que tiende constantemente hacia el medio.
Obviamente, este medio no consiste en una especie de mediocridad sino una culminación, un valor, en la medida en que es un triunfo de la razón sobre los instintos. Se da aquí una especie de síntesis de toda aquella sabiduría griega previa a Aristóteles, quienes algunos de ellos habían considerado como suprema regla la del actuar la vía media, el nada en exceso, y la justa medida; también nos encontramos aquí con la aportación de la enseñanza pitagórica que atribuía al límite la perfección y también se aprovecha de la noción de justa medida que tanto aparece en Platón.
Psicología del acto moral
Aristóteles posee también el mérito de haber superado el intelectualismo ético de Sócrates. Como buen realista, había comprendido perfectamente que una cosa es conocer el bien y otra muy distinta el hacer y actualizar el bien. Por lo tanto, trató de determinar cuáles son los procesos psíquicos que presupone el acto moral.
Llamó sobre todo la atención acerca del acto de la elección, uniéndolo estrechamente con el de deliberación. Cuando queremos alcanzar determinados fines, mediante la deliberación establecemos cuántos y cuáles son los medios que hay que poner en práctica para llegar a aquellos fines, desde los más remotos hasta los más próximos. La elección actúa sobre estos últimos, poniéndolos en acto. La elección, para Aristóteles, únicamente hace referencia a los medios, no a los fines; por tanto, nos vuelve responsables, pero no necesariamente buenos o malos.
¿De qué depende el ser bueno? Depende de los fines, y para Aristóteles los fines no son objeto de elección sino de volición. La voluntad quiere siempre el bien y solo el bien, o mejor dicho, aquello que se nos presenta con apariencia de bien. Para ser bueno, entonces, hay que querer el verdadero bien, no el aparente, pero el bien verdadero solo lo sabe reconocer el hombre virtuoso, esto es, bueno.
Lo que Aristóteles busca y aún no logra encontrar es la noción de libre arbitrio. Aristóteles comprendió y defendió que “el hombre virtuoso ve lo verdadero en cada cosa, en cuanto regla y medida de todas las cosas”. Sin embargo, no ha explicado cómo y por qué el hombre se vuelve virtuoso. Más tarde, con el pensamiento cristiano, se introdujeron conceptos como el de voluntad y libre arbitrio.
La amistad en Aristóteles
En los libros 8 y 9 de la Ética a Nicómaco ofrece Aristóteles ideas profundas sobre la amistad, que tiene por imprescindible para la felicidad humana. La amistad consiste en la mutua benevolencia, conocida de ambas partes, en que solo se tiene en cuenta el bien del otro. Hay tres clases de amistad:
Por utilidad: como generalmente entre los viejos.
Por placer: como generalmente entre los jóvenes.
Por virtud: Solo esta es auténtica amistad, es muy rara, nace lentamente, se extiende a pocos, supone siempre igualdad en la formación y solo es posible entre hombres buenos.
El Estado
Concepto orgánico del Estado: si se mira al Estado físicamente, los individuos son ates que el Estado. La familia, como cédula germinal, no se basta a sí misma; por la necesidad de seguridad se forma una aldea y, finalmente, el Estado. Pero si se mira al Estado metafísicamente, es anterior a los individuos. El Estado no es casual o nacido solo de la utilidad; el hombre es más bien por naturaleza animal social (zoon politikón) y está desde el principio ordenado esencialmente al Estado como las partes al todo. Por eso el individuo solo puede lograr su destino moral en el Estado. Sin ley, es la fiera más salvaje; pero con la ley es el animal más noble. De ahí que la política sea más importante que la ética, pues educa no solo a individuos, sino a toda la comunidad.
La educación
La misión última del Estado no es el bienestar económico, ni tampoco el orden interior o la defensa exterior, sino la educación moral. Por eso toda la educación es en principio estatal. No debe, trivialmente, limitarse a preparar para un oficio o para la guerra, sino despertar para la belleza y el bien. En la educación corporal hay que atender principalmente a la gimnasia; en la psíquica, a la música. En la educación importan la instrucción y la costumbre, pero también la disposición. Como los niños deformados no tienen disposición, hay que abandonarlos. El número de hijos debe limitarse por intervención del Estado.
Clases superiores e inferiores
e pueden distinguir tres clases inferiores y tres superiores. Las tres clases inferiores (labradores, artesanos y comerciantes) son imprescindibles para el bienestar material; sin embargo, los labradores deben ser esclavos; los artesanos, aunque sean libres, no deben tener derechos ciudadanos; y a los mismos mercaderes les es imposible la vida de virtud, pues negocio y virtud son incompatibles.
Los esclavos son “instrumentos vivos”. Muchos hombres son esclavos por naturaleza, a saber, los de constitución achaparrada y gorda. Para ellos es un bien ser mandados. Alos esclavos pertenecen todos los bárbaros. Naturalmente, también los esclavos, mujeres y niños deben poseer virtudes: pero son de una especie inferior a la de los hombres libres.
Las tres clases superiores (guerreros, funcionarios del gobierno, sacerdotes) son los verdaderos ciudadanos, que tienen parte en la administración de justicia y gobierno y poseen derecho de voto. Deben gozar de propiedad privada para estar libres de la preocupación del pan de cada día.
Constituciones del Estado
Toda constitución o forma de gobierno es buena si tiende al bien de la comunidad; mala, si el gobernante solo mira a su propio interés. Sin embargo, todos los regímenes pueden degenerar. Así resulta:
Monarquía --- Tiranía
Aristocracia --- Oligarquía
Democracia ---- Anarquía
Aun cuando Aristóteles, como preceptor de reyes, defiende la monarquía y la aristocracia, sus simpatías están, sin embargo, por la democracia. De modo especial aboga por una fuerte clase media que sea siempre en las votaciones más fuerte que los pobres y ricos o, por lo menos, más fuerte que una de estas clases por sí sola. Como la virtud consiste en el medio, así la estabilidad del Estado radica en una fuerte clase media.
Introducción a la Filosofía
Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito
- Sección 1. Ramas de la filosofía
- Sección 2. Comienzo de la filosofía griega y el paso del mito al λὸγος
- Sección 3. Los jónicos: los primeros filósofos de la naturaleza
- Sección 4. El pensamiento de Heráclito, El Oscuro
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Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía
- Sección 1. Los pitagóricos: el número como principio
- Sección 2. Cosmología y antropología de los pitagóricos
- Sección 3. El descubrimiento del Ser: Jenófanes y Parménides
- Sección 4. Zenón, el dialéctico y Meliso y la sistematización del eleatismo.
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Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas
- Sección 1. Empédocles y Anaxágoras: los cuatro elementos y el nous
- Sección 2. Leucipo y Demócrito: los atomistas
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Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad
- Sección 1. Los sofistas como maestros itinerantes
- Sección 2. Relativismo y nihilismo: Protágoras, Gorgias y otros sofistas
- Sección 3. Sócrates: vida y la noción del concepto universal
- Sección 4. Razonamientos inductivos, la mayéutica y el intelectualismo ético
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Módulo 5. Platón
- Sección 1. Vida y obras de Platón
- Sección 2. Epistemología y las ideas en Platón
- Sección 3. Dios, mundo y la concepción platónica del hombre
- Sección 4. Ética, política y arte en Platón
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Módulo 6. Aristóteles
- Sección 1. Vida y obras de Aristóteles
- Sección 2. Lógica aristotélica
- Sección 3. Metafísica aristotélica
- Sección 4. Psicología, ética y política
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Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano