Módulo 6. Aristóteles
Sección 2. Lógica aristotélica
La lógica aristotélica
La lógica aristotélica recibe a menudo el calificativo de formal. En la medida en que es un análisis de las formas del pensamiento, es una caracterización apropiada. Pero sería un error suponer que para Aristóteles la lógica se ocupase tan exclusivamente de las formas del pensamiento humano sin que estas tuvieran ninguna conexión con la realidad exterior a la mente. De hecho, él trata sobre todo de las formas aptas de la demostración, y afirma que la conclusión de una prueba científica proporciona un conocimiento cierto de la realidad. Por ejemplo, tomemos el siguiente razonamiento:
- Todos los hombres son mortales;
- Sócrates es hombre;
- luego, Sócrates es mortal.
De este razonamiento no sólo se da el hecho de que la conclusión está deducida correctamente según las leyes de la lógica: Aristóteles afirma que la conclusión se verifica en la realidad. Presupone, por consiguiente, una teoría realista del conocimiento y, para él, incluso siendo la lógica un análisis de las formas del pensamiento, es análisis de un pensamiento que piensa la realidad, que la reproduce conceptualmente en el intelecto y que, en el juicio verdadero, hace afirmaciones acerca de la realidad que se verifican en el mundo exterior.
Aristóteles creó de golpe un sistema tan perfecto de lógica que, dos milenios más tarde, pudo Kant decir: “Desde Aristóteles, la lógica no ha tenido que dar ningún paso atrás, pero tampoco ha podido dar paso alguno adelante”. Aristóteles es tenido, con razón, como padre de la lógica.
Al igual que Platón, Aristóteles vio también el verdadero ser en lo universal. Lo particular solo existe en cuanto participa de lo universal. Por eso, lógicamente, lo particular solo puede fundarse deduciéndolo de lo universal. Esta es, de hecho, la idea fundamental de la lógica aristotélica. A continuación mencionaremos brevemente tres formas del pensamiento: la idea o concepto, el juicio y el raciocinio.
Concepto
Un concepto puede ser explicado si se deduce de otro más universal. El concepto más universal es el de género. De él pasamos al concepto subordinado de especie, añadiendo otro concepto que se llama diferencia específica.
Ahora bien, en eso precisamente consiste la definición, por ejemplo: “El hombre es animal racional” (animal = género; hombre = especie; racional = diferencia específica).
La preocupación por definir domina toda la filosofía de Aristóteles. Lo mismo que Sócrates, cree que solo conocemos algo científicamente si lo podemos definir.
Si se quieren deducir los conceptos de otros más generales, es necesario, a la inversa, remontarse, por un análisis progresivo, hasta los conceptos más generales (inducción).
Aristóteles cree que todas las ideas concebibles pueden ordenarse bajo diez conceptos supremos, conocidos como categorías:
- Sustancia
- Cantidad
- Cualidad
- Relación
- Tiempo
- Lugar
- Posición
- Estado
- Acción
- Pasión
Juicio
En términos burdos podemos entender a un juicio como la unión de dos conceptos a través de un verbo. Generalmente el verbo ser contribuye a efectuar una relación de correspondencia entre los conceptos. Por ejemplo, si yo digo “Sócrates es un hombre”. Estoy relacionando la idea de Sócrates con la de hombre y, en este caso, se habla de un juicio afirmativo. En caso contrario, sería un juicio negativo.
Aristóteles considera a un juicio como legítimo cuando el concepto menor del sujeto puede ordenarse a uno más general, conocido como predicado. Aristóteles mira muy bien cuántos sujetos se ordenan en cada caso a un predicado. Si es uno solo, se trata de un juicio singular (“Sócrates es un griego”) Si son varios, se trata de un juicio particular (Algunos hombres son sabios”); si son todos, de un juicio universal (“Todos los hombres son mortales”).
Aristóteles analiza, asimismo, si esta ordenación es necesaria o casual, posible o imposible, y así llega a cuatro modos de juicios: necesidad y contingencia, imposibilidad o posibilidad.
Raciocinio
Donde más claramente se ve la deducción de lo particular a partir de lo universal, es en el raciocinio o silogismo, que es la prestación inmortal de Aristóteles. La palabra misma de silogismo proviene de él. Aristóteles vio que todo progreso en el pensamiento humano se funda en la ilación silogística.
La esencia del silogismo está en que de dos juicios universales se deduce otro particular o menos universal. Por eso todo raciocinio o silogismo tiene tres proposiciones: premisa mayor, premisa menor y conclusión.
Solo puede deducirse de dos juicios un tercero si las dos premisas se unen por un término medio (M). Por eso el término medio es el alma del silogismo. Como el término medio puede unirse de tres modos con el sujeto y el predicado de las premisas, hay tres figuras del silogismo.
En la primera figura, el término medio es el sujeto en la primera premisa y predicado en la segunda; en la segunda figura, es las dos veces predicado; en la tercera figura, las dos veces sujeto. Aristóteles estima sobre todo la primera figura, pues en ella la ordenación de sujeto a predicado es la más clara.
En los Tópicos, Aristóteles distingue el razonamiento demostrativo —es decir, “aquel cuyas premisas son verdaderas y primeras o tales que nuestro conocimiento de ellas procede de premisas que son primeras y verdaderas”— del razonamiento dialéctico —es decir, “a partir de opiniones generalmente aceptadas”, o sea, “por todos, o por la mayoría, o por los más notables e ilustrados”—. Añade una tercera clase de razonamiento, el erístico —que parte de opiniones que parecen generalmente aceptadas pero no lo están en realidad—. Este tercer tipo de razonamiento lo estudia Aristóteles con detención en su tratado sobre las Argumentaciones sofísticas, donde examina, clasifica y refuta las diversas clases de falacias.
Los principios
Aristóteles vio certeramente que las premisas que se utilizan en la deducción han de ser probadas también ellas mismas; mas, por otra parte, si todo principio necesita prueba, nos encontraremos metidos en un proceso infinito y nada se podrá probar nunca. Comprendiéndolo así, sostuvo que hay ciertos principios que son conocidos instintiva e inmediatamente y no necesitan demostración. El más profundo de tales principios es el principio de contradicción. Estos principios no pueden probarse. Por ejemplo, la forma lógica del principio de contradicción
”De dos proposiciones, una de las cuales afirma algo y la otra lo niega, tiene que ser una verdadera y falsa la otra”
no es ninguna prueba del principio en su forma metafísica. Por ejemplo: “La misma cosa no puede atribuirse y no atribuirse a la vez y bajo el mismo aspecto al mismo sujeto”.
Simplemente denota el hecho de que nadie que piense puede poner en cuestión el principio que constituye la base de todo pensar y se ha de presuponer necesariamente.
Tenemos, pues,
los primeros principios, percibidos por la inteligencia;
lo que de esos principios deriva de un modo necesario y es objeto del conocimiento científico;
lo que por ser contingente podría ser de otra manera y está sometido a la opinión.
Teoría del conocimiento
Todo conocimiento comienza por los sentidos, los cuales reproducen fielmente la realidad. También a las cualidades percibidas (colores, sonidos, olores) corresponde una realidad exterior de la misma especie. Los errores proceden únicamente de falsos enlaces por parte de nuestra inteligencia. Nuestros conceptos reproducen el verdadero ser de las cosas. De ahí que el verdadero conocimiento es siempre conocimiento conceptual. Pero no hay ideas innatas para Aristóteles, sino solamente una disposición de nuestro espíritu a formar de las percepciones sensibles ideas, juicios y raciocinios.
Pero, si Aristóteles desarrolló una lógica formal, no fue en el sentido de que la quisiera desligar del mundo real de la experiencia. Verdadero, según él, solo lo es el juicio en que el sujeto y el predicado se unen como están unidos en la realidad; falso, cuando no es así. Por eso tiene siempre delante juicios categóricos en que se predican realidades.
En un curso como este, resulta sumamente difícil sintetizar la filosofía de Aristóteles —incluso lo sería en un curso o serie de cursos—, por lo que no se le hace justicia. Pero algo que me gustaría puntualizar es que es imprescindible decir que Aristóteles realizó una grandísima aportación al desarrollo del pensamiento humano con la sistematización de la lógica, sobre todo en lo que respecta al silogismo y a la demostración.
La tarea que Aristóteles se propuso, que era la de plantear las formas del pensamiento, la realizó muy bien, y el conjunto de sus tratados lógicos (denominados posteriormente como Organon) constituye una obra maestra de la inteligencia humana.
Se oye decir, a veces, que los modernos estudios de lógica han quitado ya todo valor a la lógica aristotélica tradicional, algo así como si ahora se pudiese relegar la lógica tradicional al almacén de las piezas de museo únicamente interesantes para la historia de la filosofía. Por otro lado, quienes han sido formados en la tradición aristotélica tienden a manifestarse exageradamente leales a esta tradición combatiendo, por ejemplo, la moderna lógica simbólica. Ambos extremos carecen, en realidad, de fundamento, y es preciso adoptar una actitud equilibrada, que reconozca lo incompleto de la lógica aristotélica y, por otro, el valor de la lógica moderna.
Introducción a la Filosofía
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Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas
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Módulo 5. Platón
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Módulo 6. Aristóteles
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Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano