Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad

Sección 2. Relativismo y nihilismo: Protágoras, Gorgias y otros sofistas

Protágoras de Abdera (485-415 a.C.)


Era oriundo de Abdera y actuó en Sicilia, pero principalmente en Atenas, donde gozó de gran renombre. Es considerado como el más importante de todos los sofistas. De entre sus escritos, sus Antilogías y Sobre los dioses dieron particularmente ocasión a que se lo acusara de impiedad. Eludió la condenación por la fuga, en la cual murió ahogado. Sus obras fueron incautadas y públicamente quemadas.

Si, como dice Demócrito, el conocimiento consiste en el encuentro de los átomos de las cosas con los átomos del alma, se sigue que solo puede darnos noticia de cómo aparecen las cosas al yo en el momento del encuentro.​ Las cosas con que no nos encontramos, tampoco existen para nosotros. Las cosas son para cada uno tal como se le aparecen. De ahí que el hombre sea la medida de todas las cosas. Esta es una frase famosísima atribuida a Protágoras.

Desde su punto de vista, todos tienen razón. Como no hay un punto de vista privilegiado, todos tienen igual razón. De donde se sigue que no hay una verdad universalmente valedera, ni una norma absoluta de moral. Carece de valor el principio de contradicción, incluso en matemáticas. No existen realmente cuadrados y círculos, solo son tales para quien los ve desde su punto de vista.​

Lo mismo cabe decir de la religión: “De los dioses no se sabe si existen o no existen”.​ Protágoras enseña el relativismo absoluto, lo mismo respecto del conocimiento que de la moral.

 

Doctrina social


Si todos tienen igualmente razón, síguese que nadie puede mandar nada a otro. Y si no hay una ley que obligue a todos, el Estado es imposible.​ Protágoras no retrocede ante consecuencias tan radicales, y explica el Estado por un mito: Por medio de su mensajero Hermes, envió Zeus a los hombres el sentimiento de la moralidad y del derecho.​ La sociedad es, por consiguiente, para los hombres algo externo y artificialmente dado. Protágoras es, pues, escéptico en física, pero dogmático en sociología.

 

Gorgias (483-375 a.C)


Era oriundo de Leontino, en Sicilia. Fue discípulo de Empédocles, del que imitó la presentación ostentosa. Vino a Atenas, como embajador de su ciudad, para pedir ayuda contra Siracusa.​

Gorgias fue uno de los mejores oradores de toda la antigüedad griega. Sus frases y períodos, construidos con maestría retórica, sus ingeniosas antítesis y su acción teatral entusiasmaban a todos, principalmente a la juventud.​ Señaladamente dos discursos pronunciados en Delfos y Olimpia ante grandes muchedumbres, eran brillantes piezas de oratoria. Se comprende que Gorgias hiciera mucha fortuna.​ En su obra Sobre el no-ser o sobre la naturaleza, que delata su conocimiento de Parménides y Zenón, defiende tres tesis.

 

  1. Nada existe: Si existiera algo, tendría que haber sido: o creado, cosa que, según Parménides, es imposible, o eterno. ​ Si fuera eterno, tendría que ser también infinito. Ahora bien, un infinito no puede estar ni en algún lugar, ni en ningún lugar, por tanto, no existe en absoluto. De donde se sigue que la naturaleza es el no-ser.

  2. Si existiera algo, no sería cognoscible: Pensar y ser son, según Parménides, lo mismo. Si uno dice: “Allá fuera, sobre el mar, se da una carrera de cuadrigas”, así es, porque alguien lo piensa. Esto es absurdo. Luego, nunca podemos decir si a nuestro pensamiento corresponde algo fuera.

  3. Si algo pudiera ser conocido, no podría ser expresado: ¿Cómo comunicar a otro con una palabra un color? El oído del otro recibe sin duda sonidos, pero no color. Lo mismo sucede con todos los signos de expresión, que son siempre cosa distinta de lo que con ellos se expresa. ¿Cómo puede estar la idea que yo tengo a la vez en mí y en otro? En tal caso sería mía y no mía, lo cual es absurdo.

 

¿Creyó Gorgias en sus tesis? En el dialéctico Zenón y en él se da un hecho trágico: las palabras se desligan de las cosas y se tornan una cuando no se crea ya en la verdad. El discurso deslumbrante es su espléndida prestación. Gorgias compuso discursos de alabanza y vituperio sobre los mismos temas.​

Estaba dispuesto a improvisar un discurso sobre cualquier tema, en pro o en contra, a gusto del consumidor. Trasímaco de Calcedonia se atribuía el arte de persuadir o disuadir cualquier sentimiento a cualquier hombre. Antifonte afirma que nadie puede tener pena tan grande que no se la quite él con su discurso. Todo esto es frivolo, una burla de la ciencia seria y hasta nihilismo.

 

Hipias (400 a.C.)


Era natural de Elis y actuó como orador ambulante, señaladamente en Atenas y Esparta. Fue el primero que publicó una lista de vencederos olímpicos y una colección de Hechos memorables. Cultivó la geometría, astronomía y música, era además mnemotécnico y poeta, y por ello recibió el sobrenombre de polyhistor (que sabe muchas cosas, erudito).

Hipias es el primero que plantea la cuestión del origen de las leyes. Una mirada a los cambios de las leyes en el Estado y a la diversidad de las mismas en los distintos Estados, le hace ver que hay dos especies de leyes: las que obligan por naturaleza (physei) y son, por tanto, eternas e invariables, y las que han sido hechas por los hombres (nomo) y pueden, por ende, variar también al arbitrio de los hombres. Así llega Hipias a la importante distinción de derecho natural y derecho positivo.

 

Sofistas recientes


Los sofistas más recientes desarrollaron el relativismo de sus predecesores hasta un naturalismo radical. Si solo la naturaleza puede imponer normas obligatorias y permanentes, hemos de sacudir todas las cadenas de las tradiciones humanas y dirigir la mirada al estado natural puro. En él domina el fuerte, sin preocuparse de derecho ni moral. Fomenta y satisface sus apetitos, sin que le importen los medios lícitos o ilícitos. El que es bastante fuerte para romper todas las ataduras, sería algo escandaloso que sirviera a nadie.

 

Trasímaco


Según Trasímaco, todo el que domina mira a los dominados como a bestias, que trata de explotar para su mayor provecho. Dígase sobre la tiranía lo que se quiera: para el que la ejerce es la suprema felicidad. ​

También en la democracia se dan leyes por razón de utilidad, y son solo un muro de protección de los muchos débiles, que solo así pueden defenderse contra los fuertes. Para impedir a los fuertes no solo que obren violentamente, sino incluso que piensen en la violencia, se han inventado los dioses, que conocen y castigan hasta los pensamientos.

En la época moderna, ni Maquiavelo ni Nietzsche pudieron ya añadir apenas nada esencial a esta glorificación de la naturaleza por los sofistas. Se comprende que en estos viera Nietzsche la cima más alta de la filosofía griega.

 

Antifonte


Partió de la distinción de “naturaleza” y “convención”; pero de ahí dedujo, en cierto contraste con todos los demás, de la manera más radical, una ciudadanía universal que abarca a todos los hombres sin excepción alguna. Para la naturaleza, todos los hombres son iguales. Para ella no hay nobles ni plebeyos, helenos ni bárbaros, libres ni esclavos:​

“Todos respiramos el mismo aire por nariz y boca y necesitamos de la misma comida”.​

Por ley de naturaleza somos todos ciudadanos del mismo imperio: solo las convenciones humanas nos dispersan en la multitud de Estados y en las diversas clases sociales. Las convenciones humanas son enemigas de la naturaleza, hemos de sacudirlas y retornar a la naturaleza pura.

Introducción a la Filosofía

Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito

Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía

Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas

Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad

Módulo 5. Platón

Módulo 6. Aristóteles

Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano