Módulo 6. Aristóteles
Sección 3. Metafísica aristotélica
División de las ciencias
Aristóteles dividió las ciencias en tres grandes sectores:
Ciencias teóricas, es decir, ciencias que buscan el saber por sí mismo;.
Ciencias prácticas, esto es, ciencias que buscan el saber para lograr el saber para lograr por su intermedio la perfección moral.
Ciencias creadoras o productivas, aquellas ciencias que buscan el saber con vistas a un hacer, con el propósito de producir determinados objetos.
¿Qué es la metafísica?
Es sabido que el término metafísica (= lo que está más allá de lo física) no es un término aristotélico. Quizás fue acuñado por los peripatéticos, si es que no surgió más tarde, con ocasión de la edición de las obras de Aristóteles realizada por Andrónico de Rodas, en el siglo I a.C.
En la mayoría de los casos Aristóteles utilizaba la expresión filosofía primera o incluso teología, en oposición a la filosofía segunda o física, pero el término metafísica fue considerado más expresivo y obtuvo las preferencias de la posteridad.
En definitiva, la filosofía primera constituye precisamente la ciencia que se ocupa de las realidades que están por encima de las realidades físicas. De manera constante y definitiva, fue denominado metafísica —siguiendo las huellas aristotélicas— todo intento del pensamiento humano que se propusiese ir más allá del mundo empírico para llegar a una realidad metaempírica.
Aristóteles definió la metafísica de cuatro maneras diferentes:
La metafísica “indaga las causas y los principios primeros o supremos”.
“Indaga el ser en cuanto ser”;
“Indaga la substancia”
“Indaga a Dios y la substancia suprasensible”.
Estas definiciones están en armonía entre sí y lleva estructuralmente a la otra y cada una de ellas conduce hacia las otras tres, en perfecta unidad. En otras palabras, quien busca las causas y los principios primeros, debe encontrar a Dios, porque Dios es la causa y el primer principio por excelencia.
¿Para qué sirve la metafísica? Quizás te lo podrías preguntar. A esto, hay que decir que plantear esta pregunta, que es muy natural hacerlo, implica situarse en un punto de vista antitético al de Aristóteles. Este afirma que la metafísica es la ciencia más elevada, precisamente porque no está vinculada con las necesidades materiales.
La metafísica no es una ciencia que se proponga satisfacer objetivos prácticos o empíricos. Las ciencias que tienen esta clase de objetivos se hallan sometidas a éstos, no poseen un valor en sí y por sí, sino que valen en la medida en que llevan a cabo tales objetivos.
En cambio, la metafísica es una ciencia que tiene valor en sí y por sí, porque su cuerpo reside en sí misma, y en este sentido es la ciencia libre por excelencia. En otras palabras, la metafísica no responde a necesidades materiales sino espirituales, a aquella necesidad que surge después de haber satisfecho las necesidades físicas: la pura necesidad de saber y conocer lo verdadero, la necesidad radical de responder a los porqués y, en especial, al porqué último.
Por ello Aristóteles escribe: “Todas las demás ciencias serán más necesarias para los hombres, pero no habrá ninguna superior a ella”.
Las cuatro causas
Hemos dicho que la metafísica, en primer lugar, es presentada por Aristóteles como búsqueda de las causas primeras. Por consiguiente, debemos establecer cuántes y cuáles son estas causas.
Aristóteles ha llegado a la conclusión de que las causas deben necesariamente ser finitas en cuanto a su número y ha establecido que, por lo que respecta al mundo del devenir, se reducen a las cuatro siguientes:
Causa formal
Causa material
Causa eficiente
Causa final
Las dos primeras no son más que la forma o esencia y la materia, que constituyen todas las cosas y de las que más adelante hablaré.
Para Aristóteles causa y principio significan condición y fundamento. Ahora bien, mi materia y mi forma son suficientes para explicar la realidad desde un punto de vista estático. En cambio, si la consideramos dinámicamente, en su devenir al producirse y al corromperse, entonces ya no basta con esos elementos. Es evidente, por ejemplo, que si consideramos a un hombre determinado desde un punto de vista estático, ese hombre se reduce a su materia (carne y huesos) y a su forma (alma). En cambio, si lo consideramos desde una estructura dinámica y preguntamos: Cómo ha nacido, quién lo ha engendrado (causa eficiente); y la causa final, la finalidad o el objetivo al que se encamina el devenir del del hombre.
El ser y sus significados
Como hemos visto antes, Aristóteles nos ofrece en clave ontológica la segunda definición de metafísica:
“Hay una ciencia que considera al ser en cuanto ser y las propiedades que le corresponden en cuanto ser. No se identifica con ninguna de las ciencias particulares. Ninguna de las demás ciencias considera al ser en cuanto ser universal, sino que, después de haber delimitado una de sus partes, cada ciencia estudia las características de dicha parte (Metafísica).
La metafísica, pues, considera al ser entero, mientras que las ciencias particulares únicamente consideran partes de él. La metafísica quiere llegar hasta las causas primeras del ser en cuanto ser, al porqué que da razón de la realidad en su totalidad.
Aristóteles introduce su gran reforma, que comporta una total superación de la metafísica de los eleáticos: el ser posee muchos significados y no uno solo. Aristóteles quiso efectuar una enumeración que abarcase todos los posibles significados del ser y distinguió así cuatro grupos fundamentales de significados:
El ser como categorías.
El ser como acto y potencia.
El ser como accidente.
El ser como verdadero —el no ser como falso—.
Las categorías representan el grupo principal de significados del ser. Constituyen las divisiones del ser originarias o, como dice también Aristóteles, los supremos géneros del ser. Esta es la lista de las categorías: 1) Substancia, 2) cualidad, 3) cantidad, 4) relación, 5) acción o actuar, 6) pasión o padecer, 7) Dónde o lugar, 8) Cuándo o tiempo, 9) Tener, llevar, 10) estar.
El problema de la substancia
Aristóteles considera que son dos los principales problemas relativos a la substancia:
¿Qué substancias existen? ¿Existen solo substancias sensibles o también hay substancias suprasensibles?
¿Qué es la substancia en general?, es decir, ¿qué debe entenderse cuando se habla de substancia en general?
Comenzaremos atacando al segundo problema: ¿Qué es entonces la substancia en general?
Los filósofos de la naturaleza afirman que el principio substancial reside en los elementos materiales;.
Los platónicos lo atribuyen a la Forma o Idea.
En cambio, a los hombres corrientes les parece que las substancias son el individuo y la cosa concreta, hechos al mismo tiempo de materia y forma.
¿Quién tiene la razón? Según Aristóteles, tienen razón, todos y ninguno, al mismo tiempo, dado que sus respuestas son parciales. En conjunto, las tres, configuran la verdad.
Materia
La materia (ὒλη) es un principio constitutivo de las realidades sensibles, porque sirve como substrato de la forma —a madera es substrato del mueble, la cerámica del jarrón, etc.—. Si quitáramos la materia, eliminaríamos todas las cosas sensibles. No obstante, la materia por sí misma es potencialidad indeterminada y únicamente puede actualizarse y transformarse en algo determinado si recibe tal determinación mediante una forma.
Forma
La forma (μορφὴ), en la medida en que es el principio que determina, actualiza, realiza la materia, constituye aquello que es cada cosa –su esencia- y, por tanto, es substancia de pleno derecho (Aristóteles utiliza la expresión “lo que es” o “lo que era el ser”, que los latinos traducirían como quod quid est.
El compuesto hilemórfico
También el compuesto de materia y forma, que Aristóteles denomina σὺνολον es substancia de pleno derecho, ya que reúne la substancialidad del principio material y del formal.
El ser, en su significado más fuerte es substancia. En un sentido impropio es materia, en un segundo sentido (es un compuesto) y en un tercer sentido (y por excelencia) es forma. Por lo tanto, la materia es ser, el compuesto es ser y la forma es ser. Se comprende así por qué Aristóteles calificó la forma de “causa primera del ser” (precisamente en la medida en que informa la materia y da fundamento al compuesto hilemórfico).
La potencia y el acto
La materia es potencia, potencialidad, en el sentido de que es una capacidad de asumir o de recibir la forma. El bronce es potencia de la estatua, porque es una capacidad efectiva de recibir y de asumir la forma de la estatua. La madera es potencia de los diversos objetos que se pueden fabricar con madera, porque es una capacidad concreta de asumir las formas de esos diferentes objetos.
La forma, en cambio, se confirma como acto o actualización de esa capacidad. El compuesto de materia y forma si se considera en cuanto tal, será predominantemente acto; si se considera en su forma, será sin duda acto; si se considera en su materialidad, en cambio, será mezcla de potencia y acto, por consiguiente, todas las cosas que poseen materia siempre tiene en cuanto tales mayor o menor potencialidad.
Por el contrario, los seres inmateriales, las formas puras, son puro acto y están exentos de potencialidad. Aristóteles también concede al acto el nombre de entelequia, que significa realización, perfección actualizante o actualizada.
El alma, en tanto que esencia y forma del cuerpo, es acto y entelequia del cuerpo, en general, todas las formas de las substancias sensibles son acto y entelequia. Por su parte, Dios es puro acto (al igual que las demás inteligencias motoras de las esferas celestes).
El acto, sigue diciendo Aristóteles, posee absoluta prioridad y superioridad sobre la potencia. Esta no se puede conocer, en cuanto tal, si no se relaciona con el acto del cual es potencia. El acto es condición, regla, fin y objetivo de la potencialidad. Por último, el acto es ontológicamente superior a la potencia, porque constituye el modo de ser de las substancias eternas.
La substancia suprasensible
Para completar el conocimiento del edificio metafísico aristotélico, nos queda examinar el procedimiento que Aristóteles utiliza para demostrar la substancia suprasensible.
Las substancias son las realidades primeras, en el sentido de que todos los demás modos de ser dependen de la substancia. Por tanto, si todas las substancias fuesen corruptibles, no existiría absolutamente nada que fuese incorruptible. Sin embargo, el tiempo y el movimiento son sin duda incorruptibles. El tiempo no ha sido engendrado y tampoco se corromperá. Antes de la generación del tiempo, tendría que haber existido un “antes”, y con posterioridad a la destrucción del tiempo, debería haber un “después”. Sin embargo, “antes” y “después” no son otra cosa que tiempo. En otras palabras: el tiempo es eterno.
El mismo razonamiento es válido en el caso del movimiento, porque según Aristóteles, el tiempo no es más que una determinación del movimiento. ¿Con qué condición podrá subsistir un movimiento (o un tiempo) eterno? Fundándose en los principios establecidos por él a estudiar las condiciones del movimiento en la Física, el Estagirita responde: solo en el caso de que subsista un primer Principio que sea su causa.
¿Y cómo debería ser este principio para ser causa de un movimiento eterno?
En primer lugar, afirma Aristóteles, el Principio tiene que ser eterno: si el movimiento es eterno, también debe serlo su causa. En segundo lugar, el principio debe ser inmóvil: solo lo inmóvil es “causa absoluta” de lo móvil. Por último, el principio debe estar totalmente exento de potencialidades, es decir, debe ser acto puro. Si tuviese potencialidad, resultaría que no siempre sería movimiento en acto. Esto es algo absolutamente absurdo para Aristóteles, en tal caso, no existiría un movimiento eterno de los cielos, un movimiento siempre en acto. Este es el motor inmóvil, la substancia suprasensible que estábamos buscando.
Para Aristóteles el mundo no ha tenido un comienzo. No ha existido en el momento que haya habido un caos (o un no cosmos): si así hubiese sido, el principio de la prioridad del acto sobre la potencia habría caído en contradicción. Primero habría existido el caos (que es potencia) y luego el mundo, que es el acto.
Problemas concernientes a la substancia suprasensible
Una vez demostrada la existencia suprasensible se deben de solucionar tres cuestiones:
¿Cuál es la naturaleza de dicha substancia?
Si existe una sola o hay muchas.
¿Cuáles son sus relaciones con lo sensible?
Primer cuestión
El principio del cual dependen el cielo y la naturaleza es Vida. ¿Qué tipo de vida? La más excelente y perfecta de todas: la vida que a nosotros solo nos es posible durante breve tiempo, la vida del puro pensamiento, la vida de la Actividad contemplativa. ¿En qué piensa Dios? Dios es la cosa más excelente. Pero, la cosa más excelente es Dios mismo. Dios, pues, se piensa a sí mismo: “es pensamiento de pensamiento”.
Dios, pues, es eterno, inmóvil, acto puro, exento de potencialidad y de materia, es vida espiritual y pensamiento de pensamiento. Al ser así, como es obvio, no puede tener tamaño determinado y debe de carecer de partes y ser indivisible. Asimismo, debe ser impasible e inalterable.
Segunda cuestión
¿Esta substancia es única o acaso existen otras que le sean afines? Aristóteles creyó que el motor inmóvil bastase para explicar, él solo, el movimiento de todas las esferas que en su opinión constituían el cielo. Una sola esfera es la que se encarga de mover las estrellas fijas.
Pero entre las estrellas y la tierra existen otras 55 esferas, las cuales moviéndose con movimientos diferentes son las que explican los movimientos de los demás astros. Tales esferas son movidas por inteligencias análogas al motor inmóvil, inferiores a él y ordenadas según jerarquía descendente.
Tercera cuestión
¿Cómo se relaciona con el mundo? Dios se piensa a sí mismo, pero no piensa las realidades del mundo y de los hombres individuales, cosas imperfectas y mutables. Para Aristóteles, en efecto, es absurdo que la Inteligencia divina piense determinadas cosas; ella piensa lo que es más divino y más digno de honor, y el objeto de su pensar es aquello que no cambia.
Esta limitación del Dios aristotélico depende del hecho de que Él no creó el mundo, sino que es más bien el mundo el que, en cierto sentido, se ha producido en tendencia hacia Dios, atraído por la perfección.
Otra cuestión
Otra limitación del Dios aristotélico consiste en el hecho de que Él es objeto de amor, pero no ama (como máximo, se ama a sí mismo). Los individuos en cuanto tales no son, para nada, objetos del amor divino: Dios no se inclina hacia los hombres y, menos aún, se inclina hacia el hombre individual.
Cada hombre, como cosa, tiende hacia Dios de un modo peculiar, pero Dios, como no puede conocer a ninguno de los hombres en particular, tampoco los puede amar. Dios solo es amado, pero no es amante; es objeto, pero no sujeto de amor.
Para Aristóteles, al igual que para Platón, es impensable que Dios (lo absoluto) ame algo (distinto de sí mismo), puesto que el amor es siempre una tendencia a poseer algo de lo cual se carece y Dios no carece de nada.
Introducción a la Filosofía
Módulo 1. Del mito a la razón: filósofos jónicos y el enigma de Heráclito
- Sección 1. Ramas de la filosofía
- Sección 2. Comienzo de la filosofía griega y el paso del mito al λὸγος
- Sección 3. Los jónicos: los primeros filósofos de la naturaleza
- Sección 4. El pensamiento de Heráclito, El Oscuro
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Módulo 2. Entre números y unidad: pitagóricos y eleatas en la filosofía
- Sección 1. Los pitagóricos: el número como principio
- Sección 2. Cosmología y antropología de los pitagóricos
- Sección 3. El descubrimiento del Ser: Jenófanes y Parménides
- Sección 4. Zenón, el dialéctico y Meliso y la sistematización del eleatismo.
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Módulo 3. Perspectivas pluralistas: Empédocles, Anaxágoras y la filosofía de los atomistas
- Sección 1. Empédocles y Anaxágoras: los cuatro elementos y el nous
- Sección 2. Leucipo y Demócrito: los atomistas
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Módulo 4. Sofistas y Sócrates: entre la retórica y la búsqueda de verdad
- Sección 1. Los sofistas como maestros itinerantes
- Sección 2. Relativismo y nihilismo: Protágoras, Gorgias y otros sofistas
- Sección 3. Sócrates: vida y la noción del concepto universal
- Sección 4. Razonamientos inductivos, la mayéutica y el intelectualismo ético
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Módulo 5. Platón
- Sección 1. Vida y obras de Platón
- Sección 2. Epistemología y las ideas en Platón
- Sección 3. Dios, mundo y la concepción platónica del hombre
- Sección 4. Ética, política y arte en Platón
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Módulo 6. Aristóteles
- Sección 1. Vida y obras de Aristóteles
- Sección 2. Lógica aristotélica
- Sección 3. Metafísica aristotélica
- Sección 4. Psicología, ética y política
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Módulo 7. Sabiduría antigua: filosofía del período helenístico-romano